sol cravello

La licenciada Sol Cravello contó los obstáculos que atravesó por ser la Jefa de Conocimiento Cervecero en Patagonia.

Querida por unos, cuestionada por otros, Sol Cravello es una de las personas más importantes en el sector cervecero: no solo es jueza BJCP y amante del sector artesanal, sino que además, es la cara visible para Patagonia, una de las marcas premium que tiene ABInBev en Argentina.

Según lo que relata Sol Cravello, la división que existe entre “artesanales” e “industriales” le trajo más perjuicios que beneficios, ya que la eximieron de varias competencias cerveceras por trabajar para la multinacional.

A eso hay que sumarle que, en un sector con un fuerte componente machista, el hecho de que sea mujer hizo que sea un blanco más visible para las críticas. En ese aspecto, cobra mucha más relevancia la Comunidad Mujeres Cerveceras, de la que Sol Cravello es una muy importante integrante.

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De todos modos, se erige como una eximia profesional del mundo cervecero, siendo de las personas más importantes para Cicerone en Latinoamérica, Beer Sommelier Doemens y comunicadora del mundo de la cerveza.

¿Cómo te relacionás con la birra a partir de la maternidad?

Mi relación con la cerveza no ha cambiado tanto, realmente. Sí es verdad que tengo menos vida de bares y cesaron bastante los viajes cerveceros, pero por suerte sigo cumpliendo con mí rol principal: enseñar sobre cerveza y tratar de elevar la categoría promoviendo el óptimo consumo. Tomar alcohol cuando estás amamantando está claramente desaconsejado, pero me las ingenio para probar las que realmente me interesan lejos de las tomas. Por suerte mí compañero tiene a Malta, un bar cervecero, donde venden de todo y suele traer a casa lo mejorcito.

Cuando tuviste que dejar de tomar alcohol, ¿te encontraste con que hay un mercado en donde se complica más conseguir?

Absolutamente. Empecé a investigar quiénes hacían cerveza artesanal sin alcohol. Porque me interesaba probar diferentes estilos y tengo entendido que está muy en auge en el mundo craft de Europa y USA. Por suerte me mandaron sus cervezas los chicos de Palo & Hueso y BrewHouse y me gustaron. Son absolutamente desafiantes, porque no es fácil elaborar una cerveza sin alcohol. Podés hacerlo desde modificaciones en las curvas de maceración y fermentación o ya tener que recurrir a un desalcoholizador, que creo que debe ser el equipo más caro del mundo. No es sencillo, pero hay mundo por explorar ahí.

¿Sabés si Patagonia pueda llegar a sacar algo sin alcohol o sin TACC?

Sin TACC es difícil porque se necesita una planta aparte y es mucho más complicado. Ni siquiera con «Isidra», la sidra frutada que lanzó la marca el año pasado, porque si bien no tiene gluten, la envasadora puede llegar a causar una contaminación cruzada.

Sin alcohol, creo que Patagonia va a empezar a meterse mucho más en todo lo que es «bienestar»: empezamos con cerveza orgánica, eso es algo que va a seguir sucediendo. Siempre y cuando empiece a haber más público que se anime al “sin alcohol” o al “bajo alcohol”, creo que sí.

Sos una figura muy reconocida en el sector artesanal y en el industrial, ¿qué opinás de la grieta entre los sectores?

Que haya confrontación es un bajón. A mí me ha perjudicado más de lo que me ha beneficiado porque quedo afuera de un montón de competencias o de charlas en congresos, porque la gente me relaciona mucho con la industria. Por otro lado, tengo en claro, y por suerte mucha gente también, que mi rol es con la cerveza, promover el conocimiento cervecero desde lo industrial, de lo artesanal, del pequeño productor, de quien sea. También me sirve mucho haberme metido a fondo con el programa de Cicerone, ser la representante en Argentina y parte de Sudamérica, y ser jueza BJCP National. Yo voy a seguir estudiando, promoviendo el conocimiento cervecero en la industria, en el mundo artesanal y en quien me quiera escuchar. Lo que me apasiona, es el mundo cervecero sea cual sea.

Aprendo mucho del mundo industrial, hay mucho conocimiento ahí. Trato de aplicarlo en charlas para un público consumidor de craft. Me apasiona la innovación y cómo juegan los craft, cosa que en la industria no se puede hacer porque son más repetitivos en los procesos y las recetas. Me encantan los dos mundos; quiero pertenecer a los dos mundos. Me da pena que haya gente que me separe de las competencias y de las conferencias por quién me paga el sueldo a fin de mes.

Así como Quilmes hizo “La Pinta de la Paz” con una fábrica artesanal, ¿Patagonia va a hacer una colaborativa con una craft?

Por lo que sé, todavía no está previsto. Tendría que averiguar si en Bariloche piensan hacer una movida así, pero por el momento no tengo información.

¿Qué cervezas artesanales, de las que hayas probado últimamente, te gustaron mucho?

Probé la NEIPA de Astor. Amo lo que hace Astor. Hace mucho que vengo diciendo que las mejores lupuladas son de Astor. También probé muchas de las de Hernán Castellani que me fascinan. No puedo creer la variedad de IPAs que hace ese hombre. Todas tan diferentes y todas tan maravillosas.

¿Una birra inolvidable?

Tuve la suerte de ir a la planta de mi cerveza favorita que es Tripel Karmeliet y yo estaba fascinada con el proceso de elaboración. En un momento, entré al depósito con un trillón de Tripel Karmeliet y quedé embobada. Me regalaron una botella, tomamos algo y, de repente, me dicen “¿probaste esta que la hacemos con el método champenoise?”. Era una que se llama “Deus”. Pensé: “no puedo creer que haya algo mejor que Tripel Karmelit en el mundo” y vino una cerveza que me parece que la supera. Probar esa cerveza, en esa cervecería, me pareció inolvidable. Ese momento fue mágico.

Por Alejandro Tellería

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